Por Antonio Torres on Martes, 12 Marzo 2013
Categoría: Seguros en General

Los seguros de vida protegen nuestros ingresos futuros

A veces hemos mencionado que en la vida hay riesgos y algunos de ellos – si suceden – pueden afectar seriamente nuestro patrimonio personal y familiar. Por eso debemos buscar mecanismos de protección del patrimonio. Los seguros son uno de ellos.

No debemos olvidar que nuestro activo más valioso está representado por la capacidad de generar ingresos en el futuro. Si de repente llegamos a faltar, ¿de qué vivirán nuestros hijos? ¿Quién pagará sus estudios? O bien, si nos llegamos a incapacitar, ¿cómo podría sobrevivir nuestra familia?

Para eso existen los seguros de vida. Son una herramienta que tiene la finalidad de proteger nuestros ingresos futuros para el bien de nuestra familia. Hay una gran variedad de seguros de vida diferentes, que pueden ser clasificados en cuatro grandes grupos:

 

1. Seguros ordinarios de vida. Son aquellos que nos protegen durante toda la vida (usualmente, hasta los 100 años de edad). Por ello, suelen ser relativamente caros, ya que en algún momento vamos a fallecer (puede ser a los 30 años, a los 50, a los 90... Nadie sabe cuándo, pero es la ley de la vida).

Las primas que pagamos están basadas enteramente en tablas de mortalidad. Parte de esas primas (una vez descontando los gastos de adquisición y administración que tienen las aseguradoras) sirven para constituir una reserva, la cual es invertida para que ese dinero crezca.

Si cancelamos el seguro de manera anticipada, tenemos derecho a que nos devuelvan una parte de la reserva, pero también podemos tener la opción de mantener nuestro seguro con una suma asegurada menor sin tener que pagar más primas en el futuro. O bien, mantener nuestra protección en vigor por un plazo determinado. En este sentido, suelen tener una cierta flexibilidad en caso de que por alguna razón ya no podamos pagar la prima que nos corresponde.

En algunos casos, estas pólizas incluyen un beneficio de regresar las primas pagadas durante la vigencia –pero sin inflación y sin intereses-. Esto es posible porque en un plazo largo, los intereses generados por la reserva son muchísimo mayores que la prima original pagada (por el efecto del interés compuesto).

 

2. Seguros temporales de vida. Son aquellos que nos protegen durante un plazo determinado –puede ser de un año (renovable) o bien durante un plazo más largo (digamos 20 años)-. Éste es el seguro más popular y es el que suele estar incluido en los productos de crédito hipotecario o automotriz.

Los seguros temporales son mucho más baratos que los ordinarios de vida, pero además pueden ser una mucho mejor opción. Pocas personas son las que necesitan protección durante toda la vida. Llega un momento en el que nuestros hijos crecen, se van y hacen su vida. O llega el momento de nuestro retiro, tenemos una pensión y por lo tanto, si fallecemos, no hay una afectación económica para nuestra familia.

Los seguros temporales que se contratan a plazos mayores a un año pueden contratarse con prima creciente o nivelada. La primera opción es más natural, ya que, en general, a más edad corresponde mayor prima (el riesgo de fallecimiento aumenta con la edad) –por eso lo normal es que la prima crezca.

Pero una prima nivelada nos puede dar certeza, ya que nos permite pagar lo mismo durante todo el periodo. Recordemos que la nivelación consiste en efectuar un promedio ponderado de las primas.

En los seguros temporales también existe una reserva, pero ésta suele ser mucho menor, ya que, a diferencia de los seguros ordinarios, no existe la certeza de que el riesgo ocurrirá.

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